Atlas | Tipología Cultivos Ilícitos

El municipio de Vista Hermosa se ubica en las estribaciones de la Serranía de La Macarena, entre las cuencas hidrográficas del Río Ariari y el Río Guayabero. Su ubicación ha permitido que sea un territorio considerado extremadamente rico en biodiversidad, por la convergencia de tres ecosistemas: andino, orinocence y amazónico (SINCHI, 2019). La historia del municipio de Vista Hermosa es relativamente corta, convulsionada por la presencia de grupos al margen de la ley y el desarrollo de los cultivos de uso ilícito desde los primeros años de su fundación, primero con el cultivo de la marihuana, durante la década de los setenta y con el cultivo de la coca a comienzos de la década de los ochenta, hasta la actualidad (Sierra & Ciro, 2022).

Los cultivos de coca han tenido un importante papel en los procesos de colonización en la región amazónica, puesto que junto con la ganadería han sido las actividades económicas que se han desarrollado en muchas zonas  de esta región (Espinosa, 2023). También han servido de mecanismo de financiación de grupos armados ilegales, ya fuera la guerrilla, los paramilitares y más recientemente Bacrim y disidencias (Botero, 2018). Adicionalmente, existen zonas de grandes cultivos que no corresponden a economías campesinas, sino a grupos organizados con gran capacidad financiera que desarrollan áreas de gran extensión (Botero, 2018).

En el municipio de Vista Hermosa y sus municipios próximos, han habido distintas dinámicas de violencia en el territorio, caracterizadas por el contexto de la colonización, los conflicto ambientales generados por la ocupación y deforestación de zonas y la adopción de grandes extensiones de tierra con cultivos de uso ilícitos, como principal fuente de ingresos para sus habitantes (Ideaspaz, 2011). Aunque la cantidad de cultivos que se presentan en el municipio de Vista Hermosa ha disminuido al compararse con otras épocas (Sierra & Ciro, 2022), en las zonas limítrofes de Vista Hermosa con municipios como Puerto Rico, los cultivos se han incrementado. En Puerto Rico (Meta), el incumplimiento de los Acuerdos de Paz, y de las promesas del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito – PNIS, estaría motivando a los campesinos a regresar a la siembra de coca. “Los funcionarios del PNIS no volvieron, a las familias las sacaron del programa, no les cumplieron, el apoyo para sus proyectos productivos nunca llegó”, dijo el vocero (Sierra & Ciro, 2022). 

Para el 2022 los cultivos de coca tuvieron un incremento del 12% con respecto al 2021 en el Meta, en donde el 69% del total de la coca que se siembra en el departamento se encuentra en Puerto Rico y Vista Hermosa (Biesimci, 2022). La cantidad de municipios con coca se mantuvo estable, con respecto al 2021 (Biesimci, 2022). Existe consenso que asegura que la deforestación funciona como una cadena. En los extremos está la población más vulnerable, que tiene la ilusión de un pedazo de tierra y cultiva coca o lleva a cabo pequeña ganadería. Después vienen los medianos beneficiarios, que se favorecen de obras locales como puentes, vías, escuelas y los recursos que el Estado invierte en la “reconversión productiva”. Por último, están los grandes deforestadores, quienes compran veredas completas y mecanizan los suelos (Indepaz, 2024). 

En el municipio de Vista Hermosa y sus alrededores, se eliminan bosques para crear caminos y pistas de aterrizaje para el transporte de drogas, para facilitar el cultivo de plantas de coca, además en algunos casos se acaparan tierras a través de la falsificación de títulos de propiedad (Arboleda, 2024). Muchas de estas zonas siguen siendo refugios tanto para la coca como para las nuevas tierras de consolidación ganadera (Indepaz, 2024). Estos cultivos de uso ilícito actualmente representan un ingreso para las redes financieras de las disidencias de la estructura Jorge Suárez Briceño, a las comisiones Marco Aurelio Buendía y Jhon Linares (El Espectador, 2024). 

Esta deforestación para el cultivo de coca para uso ilícito, está generando amplios ingresos a las disidencias de las FARC y a otros grupos armados ilegales (Arboleda, 2024). Esta es una deforestación que afecta a las poblaciones, principalmente, la comunidad campesina en tanto que el conflicto armado genera el desplazamiento interno. Y es una deforestación que puede estar motivada por la situación de pobreza en la que están muchos de ellos y que son arrastrados por el impulso de talar los bosques para sobrevivir, otros campesinos son sometidos por los grupos armados para que generen esta deforestación y otros reciben pequeñas remuneraciones por la labor de deforestar (International Crisis Group, 2021). 

La deforestación de grandes hectáreas en zonas selváticas para el cultivo de plantaciones de coca, la construcción de carreteras, la ganadería extensiva y demás prácticas ilícitas ha contribuido a lo largo de la historia del conflicto armado colombiano a crear alarmas respecto al deterioro ambiental (Arboleda, 2024). De acuerdo a los investigadores de la Universidad Javeriana sobre esta región “Cuando alguien consume esta sustancia, no solo está aspirando cocaína; al menos una hectárea de árboles fue talada y eso implica muerte y desplazamiento de pájaros, mamíferos, plantas, orquídeas, además de todos los conflictos sociales que vienen detrás.” (Martines, 2021). 

En el 2024 en operación coordinada bajo el Plan de Campaña Estratégico Conjunto Ayacucho-Tiempo 2, las Fuerzas Militares desmantelaron once laboratorios destinados a la producción de pasta base de coca en el sur del Meta El (Espectador, 2024). En los laboratorios, ubicados en las zonas rurales de Puerto Rico y Vista Hermosa (Meta). Se estima que se producían aproximadamente 250 kilogramos de droga al mes (El Espectador, 2024) durante la operación, las tropas de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega también encontraron dos semilleros con alrededor de 30 mil plantas de coca preparadas para ser sembradas. Además, se confiscaron 270 kilogramos de hoja de coca, cerca de 700 kilos de insumos sólidos, 1.000 galones de insumos líquidos, 96 canecas plásticas, diez metros de plástico blanco, dos prensas, un gato hidráulico, entre otros materiales utilizados en el procesamiento de la cocaína (El Espectador, 2024).